Tarde para morir joven es el nombre de la película de Dominga Sotomayor (Santiago, 1985) que narra la vida de un grupo de jóvenes en la Comunidad Ecológica de Peñalolén. Este segundo trabajo de la autora tiene varios puntos en común con su elogiado debut, De jueves a domingo (2012). Por ejemplo, un mundo bien encuadrado y serenamente contemplado, visto en buena medida con los ojos de menores que pueblan una historia con raíces en la vida de la directora y guionista, quien a los cuatro años llegó a vivir a la naciente Comunidad Ecológica de Peñalolén.
En el artículo publicado originalmente en el diario La Tercera, la realizadora señaló que “la película tiene que ver con la nostalgia y la desmitificación de un período. Es una coming of age (gente que alcanza la madurez o cambia de ciclo), tanto de sus personajes jóvenes como de la sociedad chilena”.
En la noticia se agrega que “la trama se desarrolla a fines de diciembre de un año que podría ser 1992. Y el suyo es un retablo con hartos personajes y muchas huellas de época, como un jeep Lada, un Fiat 147 y algún póster de Los Prisioneros. Se evoca el tiempo en que había un puñado de casas donde hoy se erigen al menos cuatrocientas, así como las pautas de convivencia de un colectivo cuyos adultos han decididos apartarse del mundanal ruido y lidian con la satisfacción de las necesidades básicas”.
Se indica también que “la película se filmó en la propia Comunidad Ecológica. Con la caligrafía que se le conoce, la realizadora pasa revista a los rasgos de la experiencia que definen lo que cada personaje llega a ser, con énfasis en la interacción que se da al interior de los grupos de niños y jóvenes”.
Ver más información en: Dominga Sotomayor y “esa melancolía extraña que tenemos al crecer”