30 de Julio de 2025 Comunicaciones Comunidad Ecológica Peñalolén

Gregory Cohen: “Aportar a la comunidad es devolver lo que este lugar nos ha entregado”

Aún tiene muy presente, junto a su pareja Lía Maldonado, las primeras noches que pasaron en la comunidad el año 1994, cuando se mudaron a la misma casa que habitan en la actualidad. Recuerdan ambos que fueron noches marcadas por el silencio, la oscuridad, el vacío, a poca distancia de la ciudad. El rostro de Gregory Cohen hace el movimiento del que recuerda, del que evoca cómo fue llegar a la Comunidad Ecológica de Peñalolén, para decir que fue una aventura, una apuesta por tener algo propio en un contexto de más libertad.

Añade que claramente la Comunidad generaba en aquellos años una suerte de seducción, pero al mismo tiempo una suerte de desorientación, “no reconocíamos los sonidos del lugar”, explica Cohen. Y Lía lo complementa diciendo que fue una aventura. “Compramos, explica, sin saber mucho lo que estábamos comprando, entre la maleza, los espinos y las piedras. Además, por este sector (La Huella) no había nadie. Nosotros sabíamos que estaba la María Izquierdo más arriba, no sé quién más. Pero aquí, en estas dos parcelas, no había casi nadie. Estaba el gringo, el Dennis”, recuerdan.

Para quien ha explorado la escritura, la dramaturgia, la actuación y la dirección de cine, el instalarse en la Comunidad Ecológica fue algo instantáneo “porque era algo nuestro, tras muchos arriendos”.

Han pasado más de treinta años, y los recuerdos siguen frescos. Y la sensación que hay aspectos y una cierta identidad que se ha desdibujado con el tiempo, se logran desprender de sus palabras. Ambos plantean de distinta manera que “en ese tiempo pasaban cosas bonitas también, porque éramos menos… nos conocíamos mejor. Creo que el sentido comunitario entonces era mayor y era más bonito. Yo llevaba gente en El Buen Camino, ahora no llevo a nadie, porque no conozco a casi nadie”, explica Lía, antes de decir, “ya los dejo que sigan conversando”.

Cohen complementa diciendo que han llegado otros a vivir acá, “generaciones más jóvenes. Algunos muy bien, pero otros no, ya que no tienen sentido comunitario. O sea, llegaron acá un poco, porque la comunidad ecológica empezó a tener todo este rango de que había artistas, qué sé yo, la plusvalía”. En parte echa de menos “a los que empezamos acá, ya que había otro sentido. Y los que llegan, no todos, tienen una cuestión que es poco comunitaria, muy autorreferente”.

Su sensación es fuerte del cambio de sentido de lo que es la comunidad de estos últimos años. “Son otras las sensibilidades. Porque acá todavía hay cuestiones que son básicas. Que en la ciudad tú las tienes. O sea, no te extraña para nada llegar a un departamento y que haya luz, calefacción, agua potable y todo eso. Pero aquí tenemos mangueras de goma para el agua, no es agua potable. Entonces cuando alguien se estaciona sobre el espacio en que están las mangueras. ¿Qué está pasando? Antes era una cuestión que sabíamos que había que respetar, sobre todo. Entonces no hay una sensibilidad. Y además que uno empieza a ser factor de conflicto, porque empieza a defender esos elementos básicos. Entonces, pensemos en la palabra ¿comunidad?”.

Pero no quiere aparecer cuestionando todo, y agrega que “por otro lado admiro, realmente admiramos con Lía, a la gente que está asumiendo la conducción y la que ha conducido la Junta de Vecinos. Y la labor de ellas y ellos, y a la que debemos aportar, es ir aunando las diferentes sensibilidades de las distintas generaciones que han venido ocupando acá”.

Y hay también quizás una necesidad desde el conocimiento, de la experiencia que tienen los que llegaron en otras décadas, de un poco transmitir esta identidad. ¿Crees que se ha perdido, se ha diluido con el paso del tiempo?

Por eso son tan importante estos boletines. Y desde ahí la transmisión escrita u oral, porque imagino que uno de los objetivos es transmitir esos valores muy básicos. Ahora tampoco significa que nosotros estemos en la edad de piedra. Pero sí hay que respetar cosas básicas que en todo momento son válidas. El respeto por el otro, el espacio, etcétera. 

¿Todavía tienes las ganas y la disposición de hacer un aporte en este proceso?

Por supuesto. No estoy ya a esta altura en términos físicos y de tiempo como para asumir el liderazgo de alguna organización. Antes, años atrás, pudo haber sido y fue de hecho. Pero ahora, por supuesto que estoy… Y de hecho hace poco, creo que el año pasado estuve leyendo poesía o conduciendo los actos de celebración, y celebro el sacrificio de las generaciones que están ahí organizando eso. Además, han logrado cosas muy importantes. En términos de lo que significa no solamente la convivencia, sino que la relación con los otros territorios. Por ejemplo, para el estallido social, hicimos actividades en contacto con las poblaciones del frente y con lo que se llamó el Campamento Andino, con todas las casas que se construyeron ahí. Fue bonito. O sea, marchamos juntos. Entonces, de alguna manera, la comunidad también ha tenido una cierta presencia. Tú hablas de identidad, en el sentido de colaboración.

¿Cuál es tu valoración de esas alianzas, de esos procesos colaborativos con otros territorios?

Tremenda. Como te digo, hubo por mucho tiempo un enlace entre la comunidad y otros lugares, que se anduvo quebrando un poco con toda la campaña populista que hizo la municipalidad en el sentido que nosotros, los ‘ecofascistas’, no queríamos que se construyeran casas sociales cuando en el fondo no teníamos problemas. Entonces era toda una fachada populista y de repente funcionaba. Y en esos años la Junta de Vecinos tuvo una ardua tarea para aclarar las cosas y decir que no era tan fácil, digamos, tachar a la comunidad como la estaban tachando. Pero fue duro el combate en los medios de difusión.

“Recuerdo, dice Cohen, una feria que se hizo en la plaza de Las Perdices con Grecia, donde participamos como comunidad y varias juntas de vecinos del sector. Y eso da cuenta de las señales que siempre ha dado la comunidad y que dio durante bastante tiempo en términos de una coexistencia más que pacífica, activa con el entorno. Yo creo que ahora se podría volver a retomar”.

Un ente cultural activo

“Me acuerdo de que hace años, cuando uno estaba más activo, hubo iniciativas, no sé si se hicieron, de hacer talleres. Aquí hay harto artista, de hacer talleres no solo para la comunidad, sino para todo el entorno. A mí, por ejemplo, eso me encantaría, hacer un taller literario para todo el entorno, para afuera, para las casas que están aquí al frente, que le llaman ‘las Chubi’. Podríamos organizar algo y hacerlo incluso en las casas, o en la comunidad”, reflexiona Cohen. Y añade inmediatamente, “el arte te genera una actividad relacional, de extensión, automática. Entonces, claro, decir cómo lo financiamos, a lo mejor no, a lo mejor, no sé, yo me ofrecería a cambio de nada”.

¿Lo ves factible?

Más que factible, ya que aquí hay mucho material, y una base que cruza a todas las generaciones también. Esto no te genera solo algo positivo en términos de imágenes, sino de acciones concretas y le da otra identidad a la comunidad. No es solamente ‘estos pijecitos que son autorreferentes, digamos, que están en su cuento’, porque de eso no se trata. Ninguno de nosotros lo ha pensado así. Pero se ha ido, y se puede ir transformando en eso.

Además, explica, “sería bueno el reencuentro entre nosotros, entre los que hacen teatro, con los que hacen cine, con los que pintan, con los arquitectos, qué sé yo. El reencuentro también entre nosotros es muy bueno. Para afuera, sobre todo, es el principal sentido. Y, no sé, con un amplio rango etario, para cada uno de los chicos hasta los adultos, y la tercera edad. Eso yo creo que daría un nuevo impulso a la comunidad en términos ya no solamente de grupos de familias, sino que, de un ente, o sea, un ente cultural activo”.

Eso también tiene que ver quizás con lo que conversamos antes de recuperar esta identidad también. ¿Desde ahí también construirla, recuperarla?

Si. Porque eso late. Late en todas y todos los que llegamos. Cómo cooperar. No era fácil porque nos estábamos haciendo nosotros también. Pero hubo contacto.

¿Por qué quizás muchos ven que a nivel país el tema del arte y la cultura también ha sido un tema complejo, siempre ha sido un tema difícil de desarrollar?

Yo ahora estoy haciendo una película y sabes que empecé a usar mis ahorros. Igual vamos a postular a los fondos de cultura, pero uno sabe que las propuestas de uno ya estuvieron alguna vez en sintonía con los fondos, pero ahora ya no, los fondos ahora premian a las productoras. Pero volviendo sobre el trabajo de cultura desde la comunidad sería muy bueno… Creo que tendría mucho sentido para muchos de nosotros… creo que da cuenta de todo lo que nosotros no pudimos hacer aquí y de lo que hicimos en dictadura. Era la movilidad, era lo que nos daba sustento, sentido a la vida dentro de la oscuridad. Y ahora, en el otoño de nuestras vidas, volver a hacerlo, volver a ver el sentido.

Pero tú sigues activo, sigues trabajando en cultura y en docencia.
Bueno, estoy jubilado, pero tú sabes que las jubilaciones… Así que, sigo trabajando en la Diego Portales, en la Facultad de Comunicación y Letras, en la Escuela de Publicidad. Y en la Chile, aquí, en Gómez Milla, en la Escuela de Cine. Porque yo soy muy promiscuo. He hecho cine, literatura, novela, poesía, he pasado por todas esas cosas. Y las aprovecho, obviamente. La actuación también. Así que… estoy activo en ese sentido. Y retomando un poquito los proyectos personales. Estoy retomando la parte de las novelas que quiero publicar. Sería la quinta novela. Porque uno, de repente, descuida las cosas de uno. Sentía, de repente, que tenía tiradas muchas cosas. Empecé a apurarme. Ya empecé una parte de la película y, al final del año, quiero la segunda parte y final, espero. Soy como El Quijote, el hombre nuevo. Se renueva al final de la carrera.

¿Cómo te imaginas ese trabajo cultural desde la Comunidad?

Sería bueno que lo haga la misma gente de acá, muy vinculado a las personas del territorio. Somos coterráneos en el sentido de Peñalolén y recogiendo elementos, o sea, no es que yo te traigo la papa y te digo cómo hacerlo, sino que, ¿qué tienes tú? ¿Qué idea tienes tú que yo te puedo ayudar? Es lo que hago desde la universidad también. En vez del profesor, en vez de que yo te haga la clase, les digo que somos todos una productora. O sea, yo facilito un poco, por mi edad y todo eso. Pero coordinamos todo y entre todos hacemos un producto final. Esa cuestión de la productora genera una responsabilidad colectiva. Por eso me siento mucho más cómodo en la interactividad. O sea, ambos nos entregamos cosas.

¿Y el trabajo con los más jóvenes, cómo lo ves?

Sabes que ese es un gran tema porque claro, algunos tienden a irse de la Comunidad o de sus barrios. Pero los que se quedan cómo se quedan, de qué manera se quedan. Creo que habría que hacer una labor de concientización, rescatándose el viejo término, con esas generaciones. Para que a lo mejor no se sientan descentrados, no se sientan ajenos y tomarlos en cuenta también.

Para Cohen, esta opción de trabajar una propuesta artístico cultural desde la Comunidad, le hace mucho sentido “ya que tiene que ver con el hecho que de alguna manera es como devolver lo que este espacio me ha dado, porque igual más allá de lo que les hemos contado, es un privilegio vivir acá. Jamás hubiera pensado que iba a tener un espacio de más de 28 metros cuadrados para vivir, por lo que enfrentamos en su momento. La verdad es que es un privilegio estar acá, este silencio, esta maravilla. Todavía sigue siendo un privilegio aparte de los autos, aparte de todo eso, sigue siendo un privilegio. Entonces realmente, esto es una manera de devolver lo que este espacio, en términos de paisaje, este espacio social nos ha dado. En algún momento los viejos van a decir, a lo mejor ya no podemos asumir todo esto, porque no es fácil vivir acá, económicamente no es simple, pero sí ha sido algo que ha contribuido a la calidad de nuestra vida, más allá de que esté lejos, de las crisis, etcétera… por eso me quedo con la idea que si estoy colaborando o voy a colaborar es una devolución por lo que nos ha dado…

Cohen, el rabino

Dejamos para el final de la conversación, un aspecto de la coyuntura y que se relaciona con su lado Cohen y como reflexiona Gregory sobre lo que actualmente es el conflicto palestino-israelí. Advierte que la respuesta no es simple y que se remonta a “cuando uno empieza a tener conciencia de su entorno y a tener un mínimo de reflexión crítica sobre el entorno, ganado en el barrio. Yo soy del paradero 18 de la Gran Avenida, en la comuna de La Cisterna, y agradezco mucho mi infancia porque en esas ocho cuadras había de todo, había diversidad, había un cine, que fue mi catedral y me fui formando culturalmente con cines de barrio, mi cultura es popular en el sentido de la diversidad”.

“Por qué digo todo esto, señala Cohen, porque mi reflexión se nutre de esa diversidad, en que nada es un compartimento estanco. Creo que el gran fuerte de mí, también como profesor, es más que saber mucho es ligar cosas, eso es como un relator, va ligando cosas. Porque obviamente en términos de sapiencia siempre hay alguien que sabe mucho más de cine que uno, sabe mucho más de literatura que uno, sabe mucho más de actuación que uno”.

Y añade, que hay que considerar que “el apellido Cohen, es un apellido pesado en la cultura judía, tiene mucha carga, porque Cohen significa rabino, los guardianes del templo. Es un apellido común pero un apellido pesado. Pero soy Muñoz también. Te fijas lo promiscuo que soy”. “Entonces, agrega, no tengo el discurso fundamentalista, para nada. Mi papá era un librepensador, era radical, y desde ahí, desde esa formación empezamos a darnos cuenta de ciertas cosas y que hay ciertas diferencias…”.

Hace un alto, se ríe un poco mientras reflexiona y añade, “había una cosa que se llamaba la izquierda, y desde entonces he seguido esa curva dramática y política psicotécnica para todo, en la Unidad Popular, en la dictadura. He sido disidente. Y junto a todo esto, creo que es complicado hablar de sionistas porque incluso hay sionistas que no están de acuerdo con Netanyahu para nada. Entonces para mí el gobierno de Netanyahu es fascista, criminal y genocida. Entonces para mí no hay duda, pero eso no es que sea de ahora es, digamos, la línea de siempre. Y no me vengan con que el ataque de Hamás justifica esto, o sea, es injustificable. Y tampoco que todos los judíos están detrás de esto. No, imposible, no tiene sentido cerrar y acusarlos a todos. O sea, lo que ha hecho el gobierno de Netanyahu, el régimen fascista de Netanyahu es ‘inenarrable’, como decía Hannah Arendt”.

¿Y qué te genera todo esto?

Preguntas. ¿Qué estoy haciendo yo? porque en la dictadura uno algo hacía. No estoy para irme a poner en una trinchera. Lo único que te queda es dar cuenta de esto y hablarlo en los espacios donde tienes tribuna, en las clases, en la universidad, en esos espacios y en tu obra. En lo que uno escribe, en las películas que uno hace, porque ese es el medio que uno tiene.

“Esa es mi opinión”, reitera, “tan simple como esa. Condenatorio casi es poco. Simplemente es impresionante la capacidad que tiene el hombre y especialmente esos hombres de generar un mal y estar tan bien organizados. Porque no está solo Netanyahu, está la Unión Europea, ni siquiera es solo Trump, es toda la inteligencia norteamericana perdón, estadounidense. Ni siquiera estadounidense, es la inteligencia del capital y del dinero. Es el crimen organizado del mundo que está coordinado”.

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